Jesús en El Cielo

EVANGELIO DIARIO

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¿Señor a quién iríamos ? Tienes las palabras de la vida eterna. Jn 6, 68
 
Martes 27 Marzo 2007
 
Martes de la semana V de Cuaresma
 
Hoy la Iglesia celebra : San Ruperto, San Juan
 
Evangelio según San Juan 8,21-30.
Jesús les dijo también: "Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir". Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?". Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados". Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo". Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada". Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
 
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
 
Leer el comentario del Evangelio por : San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia - Sermones diversos, nº 22
 
“Cuando hayáis levantado al hijo del hombre, entonces comprenderéis que Yo soy”
A Cristo Jesús le debes toda tu vida, porque él ha dado su vida por tu vida, y ha soportado amargos tormentos para que tú no soportes tormentos eternos. ¿Podrá haber para ti algo más duro y espantoso, cuando te acordarás que aquél que siendo de condición divina en el día de su eternidad, antes que naciera la aurora, en el esplendor de los santos, él, el esplendor y la imagen de la sustancia de Dios, vino a tu prisión, se hundió, como se dice, hasta el cuello, en lo más profundo de tu barro? (Flp 2,6; Sl 109,3; Heb 1,3; Sl 68,3)
 
¿Qué cosa no va a parecerte dulce cuando habrás acogido en tu corazón todas las amarguras de tu Señor y te acordarás, primero de lo que pasó en su infancia, después de las fatigas durante el tiempo de su predicación, las tentaciones que sufrió en sus ayunos, sus vigilias en oración, sus lágrimas de compasión, las emboscadas que tramaron contra él… y luego, las injurias, los salivazos, las bofetadas, los latigazos, los escarnios, las burlas, los clavos, y todo lo que soportó por nuestra salvación?
 
¡Qué compasión tan inmerecida, qué amor tan gratuito y tan probado, qué aprecio tan inesperado, qué dulzura tan sorprendente, qué invencible bondad! ¡El rey de la gloria (sl 23) crucificado por un esclavo tan despreciable! ¿Quién ha oído jamás nada parecido, quién ha visto cosa semejante? Porque “difícilmente se encuentra uno que quiera morir por un justo (Rm 5,7). Pero él, ha muerto por nosotros que éramos injustos y enemigos, prefiriendo dejar el cielo para conducirnos al mismo cielo, él, el dulce amigo, el sabio consejero, el sólido sostén. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? (Sl 115,3)
 
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