COLABORACIONES |
- Año de 2007.
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ACCESOS DIRECTOS
- (04-08-2007)
- Agustina
Lanusse: Los Intelectuales y el País de hoy
- (10-07-2007)
- Abuela Ternura
(Relato) por Rita G. Bonfanti
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AÑO 2006
- COLABORACIÓN
(04-08-2007)
- Fuente: Agustina Lanusse para La Nación
- Los intelectuales y el
país de hoy
- "Vivimos divididos,
sin confianza en el otro y disgregados"
- El filósofo José Luis
Galimidi analiza el daño civil que causa el individualismo
- Hay pocas cosas que molesten tanto al filósofo José Luis
Galimidi como el exceso de individualismo en el que, según
dice, vivimos los argentinos en estos tiempos de posmodernidad.
Eso, sostiene, nos lleva a estar desconectados unos de otros y a
aceptar como un hecho comprobado que somos incapaces de
agruparnos y construir una comunidad.
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- “Me sorprende el deterioro en que han caído espacios
públicos vitales, como la educación, y aun otros más
populares, como el fútbol. Son áreas capaces de brindar mucha
riqueza y sentido, pero hoy están deterioradas, porque vivimos
divididos, desconfiando unos de otros, y no cumplimos con los
acuerdos básicos”, dice.
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- Para este pensador de 48 años, doctor en Filosofía, profesor
en las universidades de Buenos Aires y de San Andrés, que
además es un excelente cantante lírico (integra el Coro
Polifónico Nacional) y un tenista de categoría, el problema de
fondo de los argentinos está en que “hemos adelgazado mucho
la porción del nosotros que está presente en cada uno”.
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- “Cuando hay disgregación, el espacio se vuelve estratégico
y deja de ser fiable. El otro ya no me representa, la
cooperación está ausente, se corta la cadena contractual y las
responsabilidades quedan limitadas a ciertas articulaciones
locales: mi familia, mi grupo, mi fracción", afirma.
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- Y da un ejemplo "de todos los días". Dice que el
caos en el tránsito es un insulto y una amenaza grave a la
integridad del prójimo, de la que no somos conscientes.
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- Galimidi, acostumbrado a debatir y analizar a fondo cuestiones
que hacen a nuestra cotidianeidad -temas que la mayoría de los
intelectuales no trata-, insiste sobre la centralidad que tiene
la verdad en nuestras vidas y los problemas que entraña su
ausencia.
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- -¿Es posible vivir en la verdad?
- -Es imposible vivir en la verdad total. Su posesión suele ser
esquiva e incierta. Pero también es imposible vivir sin aspirar
a dosis de verdad en nuestras vidas. La verdad es una tarea; no
un resultado impuesto. Cuesta ponerse en camino para buscarla,
porque hay que resignar prejuicios y pereza y hay que estar
dispuesto a luchar. La verdad tuya seguramente dolerá a otro, o
competirá con la verdad de otro.
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- -¿Qué consecuencias acarrea la falta de verdad en la vida
diaria?
- -Deteriora nuestra existencia. Su falta toma diferentes
formas: ignorancia, opinión liviana, engaño, irresponsabilidad
y dogmatismo. Lo peligroso, en cualquier caso, es que sin verdad
uno desconfía, básicamente, de sí mismo y de todo lo
circundante. Uno no está dispuesto a ponerse a la altura de lo
que predica. Ser es ser una promesa de intercambio leal y claro.
Ser profesor es prometer que uno va a poner sus conocimientos al
servicio del estudiante, que lo va a ayudar a acercarse a los
contenidos de la materia. No cumplir con esto es faltar a la
promesa. Es no respetarse. Michael Walzer, pensador político
norteamericano, hace una distinción interesante entre
autoestima y autorrespeto. Dice que la autoestima es una
cualidad competitiva: uno la tiene según cómo le vaya en el
mercado en habilidades, profesión, belleza. En cambio, el
autorrespeto es una cualidad más fuerte, vinculada con estar o
no a la altura de la propia dignidad. Creo que hay que
arriesgarse a perder autoestima en pos de ganar autorrespeto.
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- -¿Le parece que el engaño se toma como algo natural en todos
los ámbitos?
- -Sí. ¿Cuánto del "nosotros" está dispuesto cada
uno a aceptar dentro de sí mismo? La posmodernidad exacerbó la
hiperindividualización y la desconfianza del otro. El engaño
es generalizado.
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- -¿Qué características tiene esta posmodernidad en la
Argentina?
- -Varias: individualización, poca tolerancia a los procesos y
a los tiempos lentos, que son los que requieren, por ejemplo, el
aprendizaje y la lectura reflexiva; poco apego a las normas,
constante incumplimiento de promesas básicas. Vivir en una
comunidad implica promesas que hoy no se están cumpliendo. La
promesa de que si uno estudia y tiene carácter y voluntad
conseguirá un puesto de trabajo acorde con su preparación, de
que alcanzará cierta estabilidad laboral y cierto bienestar.
Hay una sensación de desazón que tiñe todo. No se ve en el
otro el reconocimiento al mérito, al esfuerzo, al trabajo, a lo
que de verdad tiene valor. La línea entre verdadero y falso se
diluye. Otra característica es la disgregación. Falta
cooperación, los contratos más básicos no se cumplen, se
encarece el costo de las transacciones y el espacio se vuelve
estratégico. Entonces, ¿por qué no mentir? La mentira está
presente en todos los ámbitos desde la pequeña trampa
individual hasta la corrupción en la administración de
justicia...
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- - ¿Qué otros problemas colectivos urge resolver?
- -Lo que hoy hace peligrar nuestra existencia como comunidad es
la brecha feroz que hay entre incluidos y excluidos. Si no se
pone como plataforma política urgente terminar con la
indigencia, nuestra comunidad es una mentira. Hay que decirlo.
Es grave que se tome la exclusión como algo natural. Creo que
en buena medida esto se debe a que la realidad se redujo a
relaciones legítimas del tipo "te doy para que me
des", lo que es propio del mercado de trabajo. Otro
problema serio es la educación. Se convive con el deterioro
profundo de la escuela secundaria. Los alumnos no demuestran el
menor pudor por sus lagunas académicas o por su pobre bagaje
cultural. El conocimiento carece de significación ante sus
ojos. Por otra parte, los maestros no tienen reconocimiento
social. Sin educación, el pueblo se desconstituye, pierde
soberanía y se vuelve mera multitud anómica y dominada.
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- -Usted ha escrito sobre la pandemia de accidentes de
tránsito. ¿Cómo se entiende tanta irracionalidad al volante?
- -Eso refleja otro deterioro del espacio público. Es insólito
que personas civilizadas en sus ámbitos de trabajo, que hacen
la cola en el cine, salgan a la calle a zigzaguear y a exigir
paso. Sin decirlo, están amenazando de muerte a los demás. Las
actitudes que están detrás de la inconducta vial son la
prepotencia, la idolatría por la tecnología, la agresividad,
el desprecio machista por la cortesía y la urbanidad. Son
conductas propias del individuo que se abandona al dominio de la
masa.
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- -¿Por qué cuesta tanto acatar normas y es tan bajo el nivel
de apego a la ley?
- - El déficit de legitimidad, entendida como ese plus
espiritual o ideológico que transforma el poder en autoridad,
es evidente. La ley y la norma son la expresión de una voluntad
investida de autoridad y poder. La mengua de alguno de estos
elementos debilita los estímulos de la población para
obedecerlas. Por un lado, al poder político le falta autoridad
cuando la gente siente que el funcionario o el sistema político
no están al servicio del bien común. Ley sin autoridad es,
para el ciudadano, voluntad autoritaria. Esto se llama crisis de
representación. Si no me representan, entonces no veo por qué
tengo que obedecer. Por otra parte, a la autoridad pública se
le corroe el poder cuando la población en general, pero en
particular los grupos más favorecidos, cuidan exclusivamente
sus beneficios y caprichos privados. Yo apostaría a la
capacidad de palanca de la educación y, simultáneamente, a la
administración de justicia. Mayor educación propicia una mayor
demanda de autoridad legítima. Mayor capacidad judicial
contiene los excesos propios de un sistema socioeconómico
individualista y competitivo.
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- COLABORACIÓN
(10-07-2007)
- Por Rita Bonfanti.
- Abuela ternura
(Relato)
- Tenía un carro y un caballo con el que llevaba verduras y
frutas de barrio en barrio.
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- Pero no era “el Verdulero” era, Don Cosme y cuando viejo
“El Abuelo Cosme”.
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- El caballo llevaba una mantita tejida al crochet por Emilia,
su mujer, que era “una Santa”: cuidaba los hijos, a él “su
marido”, la casa, el carro, el caballo, el perro, la gatita,
los canarios de la jaula y hasta la lora del parral.
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- Don Cosme salía a la madrugada de Lunes a Sábados al Mercado
Central y detrás de su carro un cartelito vociferaba “…Mirá
mi carro de arriba a bajo, yo lo gané con mi trabajo…”
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- Mientras un farolito a querosene, le daba luz y efecto con su
bamboleo.
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- Emilia le ayudaba a atar el caballo, le ponía la mantita, le
acariciaba las crines mientras le cebaba mate y se quedaba
después de un beso ruidoso en la mejilla con el mate en la mano
izquierda apoyada en su corazón y la derecha saludándolo hasta
que en la primera curva desaparecía el farolito danzarín.
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- A la tarde con la caída del sol, Cosme regresaba, ella lo
esperaba cronométrica parada en la puerta y otra vez tenía un
mate calentito apoyado en su corazón y la mano derecha en alto
haciendo señas y descansando cada tanto para acomodar su
peineta sujetando el pelo que el viento desordenaba.
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- En el patio, una silla de paja, una toalla y una palangana con
agua y sal, eran el premio de amor a Cosme que llegaba cansado,
sudoroso, con los pies hinchados como empanadas.
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- Él se desmoronaba en la silla y se rascaba las sienes
sacándose la gorra.
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- Ella liberaba sus pies retirando las alpargatas y ponía uno a
uno amorosamente en el agua.
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- Los acariciaba y con el pan de jabón los masajeaba con
ternura, agregando de tanto en tanto agua caliente de una pavita
negra que hervía en el brasero.
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- Y así empezaba el diálogo.
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- _ Vendí mucho, poco, nada, me estafó la gringa, perdí un
manojito de billetes, llovió bastante y paré debajo de un
toldo. Luego sequé al caballito.
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- _ ¿Y vos?
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- _ Yo seguí así nomás, el caballito es único y si se
enferma nos quedamos sin trabajo. La lechuga estaba muy cara,
compré medio cajón y vendí dos plantitas. La papa como
siempre llevé 20 Kg y los vendí todos; la fruta poco, la gente
no tiene guita y compran lo justito. En el bolsillo de mi saco
está la libretita del fiado.
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- Emilia revisaba…
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- _Hay muchos atrasados.
-
- _ Pero yo les vendo igual vieja, porque esa pobre gente tiene
chicos y comen mucho. Ya pagarán.
-
- Ella le secaba los pies, le ponía las chancletas y le cebaba
mate mientras hervía el puchero con todas las verduras que el
separaba porque no eran vendibles: las machucadas, las
semipodridas y las casi resecas de varios días. Pero esa
mixtura amorosamente depurada exhalaba un vapor oloroso que
servía de aperitivo para la cena temprana, porque había que
acostarse para madrugar.
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- Pasados muchos años la vida continuó y en un momento
dialogan con el cuadro de Emilia, su hija y su nieta…
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- _ Mamá Emilia, papá cuenta todos los atardeceres lo mismo,
antes de dormirse “…que un día vendieron el carro y el
caballo porque él ya estaba viejo y eran más los días
enfermos que los que salía a vender… que los dos se abrazaron
y lloraron mientras el comprador desaparecía en la primera
curva y el farolito bailarín ya no se veía…”
-
- _ Abuela Emila, el abuelo se duerme sosteniendo una vieja
fotografía tuya cuando eras su novia, con rosagantes 17 años y
pone una almohada larga junto a su cuerpo porque dice que
extraña que no estás a su lado.
-
- Rita Bonfanti.
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- “Escribí esta historia una madrugada y la emoción me hizo
llorar. Después me volví a dormir y al despertar y releerla
noté que había dejado correr la fibra cargada con el amor de
Emilia y Don Cosme”. La autora.
- COLABORACIÓN
(24-06-2007)
- Por Rita G. Bonfanti
- Un andar angelado
- Reinventamos la risa y la idea de ser buenos,
- de sentir que las piernas nos sirven todavía
- que vuelven las caricias
- y que todo es posible si soñamos.
-
- Que vos estás a tiempo de escuchar mis llantos
- y sentir que mis manos
- pueden curar heridas todavía
- y escribir profecías
- y abrigar cunas donde nuestros hijos
- puedan dormir felices
- para olvidar que a veces
- estamos desolados
- que bajan las sombras y
- perdemos el ángel.
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- Cuando abrimos los ojos y todo es otra cosa
- no me da la mirada para verte
- que tan lejos no estás.
- La injusticia los hiere
- ¿Qué nos está pasando?
- llorar ya no me alcanza
- los silencios nos matan
- el dolor es amigo
- el miedo es casi nada.
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- Se fueron los abrazos y
- uno a uno los besos de ternura.
- Saboreamos la vida
- y quemamos los sueños
- en una inmensa hoguera.
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- Los días continúan
- con un paso distinto
- ni lento ni apurado…
- me lleva a las estrellas
- un andar angelado.
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- Rita Bonfanti - 22/06/07
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- Santotomesina,
hija de inmigrantes italianos vinculados industrial y
socialmente con la Argentina, universitaria posee el título de
Química Analista Industrial y Bromatológico otorgado por la
Facultad de Química de Santa Fe; ex docente universitaria y
terciaria, de escuelas secundarias y bachilleratos de adultos.
Aprendiz de escritora desde siempre. Concurrió a talleres
literarios.
Es además guía de turismo, profesora de italiano y de danzas
nativas. Fue la primer concejal mujer en el Consejo Municipal
local. Fundadora y coordinadora del "Mini Salón de la
Mujer", entidad cultural privada abierta a la comunidad.
Presentó en Bariloche el 3 de Marzo de 2006 un Poemario en CD
titulado "De mi piel manuscrita" en la Sala de Prensa
Municipal "Isabel Moreiras" en el Centro Cívico de la
ciudad mencionada y presentado por el Grupo de Lectura "Poenautas
Conjurados" donde concurre desde hace varios años.
El mismo trabajo fue presentado en la Feria del Libro de Santo
Tomé en el año 2006.
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